El alcohol se ha
considerado por muchas personas como un poderoso estimulante y/o excitante
sexual...
El alcohol se ha considerado por muchas
personas como un poderoso estimulante y/o excitante sexual, pero en los
trabajos de investigación llevados a cabo se ha constatado que, tanto en
hombres como en mujeres, produce efectos negativos sobre las señales
fisiológicas de excitación sexual.
En el hombre, en concreto, dosis incluso
inferiores a las que se establecen como limite legal para determinar si la
persona esta o no embriagada (0.08 %) producen efectos de supresión de la
erección. Así mismo el alcohol debilita
la eficacia masturbatoria y disminuye el goce y la intensidad del orgasmo masculino.
la eficacia masturbatoria y disminuye el goce y la intensidad del orgasmo masculino.
En las mujeres, incluso ingerido con
moderación, dificulta la respuesta orgásmica.
Como ya señalaba Shakespeare " provoca
el deseo pero frustra la ejecución"
El alcohol es un potente depresor del
sistema nervioso, de forma que sus efectos son claramente apreciables tras la
ingestión aunque solo sea de dos o tres copas. Sin embargo las personas suelen
ver al alcohol como una substancia que incrementa su funcionamiento sexual. En
la encuesta de Athanasiou Shaver y Tavris (1970) se encontró que el 45 % de los
hombres y el 68 % de las mujeres consideraban que el alcohol incrementaba su
disfrutar del sexo. Este hecho de que la mayor parte de las personas considera
que el alcohol es estimulante, o al menos así lo perciban, y que aumenta su
capacidad para la respuesta sexual, puede deberse a su efecto desinhibidor.
Como depresor central disminuye el
funcionamiento de niveles superiores del cerebro, lo que permite una mayor
autonomía de centros inferiores, (zonas más antiguas del cerebro), entre ellos
los implicados en las respuestas emocionales. De esta forma las emociones se
amplifican funcionalmente al disminuir el "filtro" o "mecanismo
controlador" que supone la actuación de segmentos superiores cerebrales.
En consecuencia el alcohol puede alterar los
comportamientos convencionales y hacer a la persona más relajada al permitirle
perder el control sobre algunas de sus emociones y desinhibir conductas que ha
aprendido a controlar en situaciones sociales.
De esta forma puede facilitar la aparición
del impulso sexual, pero dado que también inhibe partes del SNA (Sistema
Nervioso Autónomo), implicadas en la respuesta de erección, dificulta el que
esta pueda llevarse a cabo y en consecuencia dificulta la penetración y el
coito.
Para las mujeres el alcohol parece actuar
como un activador psicológico y un inhibidor físico.
Sin embargo, son de considerar problemas
adicionales que pueden presentarse con el uso del alcohol en el funcionamiento
sexual.
a) Primero, si por los efectos fisiológicos
del alcohol se produce algún deterioro, aunque sea esporádico, en el
funcionamiento sexual, como un falta de erección o una flacidez tal que
dificulte la penetración, es posible que esta situación sea vivida como un
fracaso por el hombre que la padece y comiencen a desarrollarse sentimientos de
ansiedad asociados a la situación de interacción sexual. En ocasiones
posteriores estos sentimientos de ansiedad dificultaron nuevamente la respuesta
de excitación sexual, en concreto la respuesta de erección, pudiendo establecerse
de esta manera un círculo vicioso que lleve al desarrollo permanente una
disfunción en el hombre. Así, en contactos sexuales posteriores el hombre se
preocupará por si tendrá o no una erección adecuada. El miedo debido a que en
la ultima o ultimas ocasiones no haya conseguido una buena erección dificultará
el que esta se de, lo que a su vez generará mayor ansiedad y miedo al fracaso
cara a posteriores contactos. Cuando este circulo vicioso aparece, es difícil
romperlo.
b) Por otro lado, el consumo continuado de
cantidades de alcohol elevadas puede producir trastornos endocrinos,
neurológicos y vasculares irreversibles, que reduzcan de forma permanente la
respuesta sexual.
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